salieron del libro a jugar en mi almohada,
brincaban en versos, dulces y pequeñas,
con risa de luna y voz encantada.
Bailaban en filas con trinos de estrellas,
bordaban historias en el aire azul,
se hacían mariposas, se hacían doncellas,
dejando en mi pecho un perfume sutil.
Entre las cortinas tejieron poemas,
hilando los sueños con luz de papel,
y en cada palabra ponían diademas
de miel escondida y de azahar pastel.
Susurros traviesos dormían en mi risa,
saltaban en charcos de tinta y de flor,
y al verme despierta, su dulce caricia
pintó mi mañana de magia y color.
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